Yakuqñan, caminos del agua (crítica de cine)
“Yakuqñan, caminos de agua” (2021), obra de Juan Durán Agurto, hablada en español, quechua y awajún, cumple con suficiencia el objetivo de su director: sensibilizar sobre el cuidado del agua, y en general del medio ambiente, a través de la revaloración de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas.
Esta sensibilización, difícil de lograr, sobre todo si el documental asume un mensaje pétreo (y a veces maniqueo) como el que se reitera a lo largo del metraje, es posible, en primer lugar, porque se trata de un tema, el del cuidado del medio ambiente, con el que casi todos estamos de acuerdo. Pero, y esto es lo más importante, también por razones puramente cinematográficas, que constituyen virtudes notorias de la película: ese mensaje es transmitido por varias vías. Una voz en off, la del agua, un apu en la cosmovisión indígena, poética hasta el límite de la afectación (límite que por ratos es traspasado, pero que a cambio nos da versos potentes), y de sonoridad convincente gracias al arte de la narradora oral cusqueña Tania Castro. Una segunda vía es el coro de voces de hombres y mujeres indígenas que le dan contenido y verosimilitud a ese mensaje, y las otras son, por supuesto, la fotografía y el sonido, que están cuidados a un gran nivel, uno bastante mayor al promedio de la cinematografía nacional, lo que es vital para que la obra avance a obra de arte y no se quede en panfleto. Un riesgo que no siempre evaden los documentalistas en nuestro país y que en este caso se logra con creces, pero no necesariamente con la voluntad del director.
Publicado 13/03/2023